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lunes, 25 de junio de 2012

Inventario de biodiversidad por medio de un código de barras genético

Inauguran en cuatro ciénegas, laboratorio científico para jóvenes de bachillerato



• El Laboratorio de Biología Molecular y Biotecnología en el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) No. 22, es impulsado por un equipo de 30 destacados investigadores de México y Estados Unidos, encabezado por Valeria Souza Saldívar, del IE de la UNAM
• Durante el Congreso de Bioquímica y Biología Molecular de Bacterias, a efectuarse en ese municipio el próximo año, los chicos presentarán sus primeros resultados en un simposio especial

Cuatro Ciénegas, Coahuila, es un “mundo perdido” donde las comunidades marinas del Precámbrico subsistieron aunque el mar se retiró hace 35 millones de años. El inventario de biodiversidad de ese sitio por medio de un “código de barras genético”, a cargo de estudiantes de bachillerato, pretende no sólo describir el lugar, sino entender por qué es único en el mundo y resaltar la necesidad de conservación.

Para ello, se inauguró el Laboratorio de Biología Molecular y Biotecnología en el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) No. 22 Venustiano Carranza Garza, con sede en ese municipio coahuilense.

El proyecto es impulsado por un equipo científico de 30 investigadores de México y Estados Unidos, encabezado por Valeria Souza Saldívar, integrante del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, quien explicó que con educación y ciencia se puede transformar la economía de la población de ese valle.

“Esto es imperativo, pues los microbios que sobrevivieron por miles de millones de años no pueden existir sin agua, y el bombeo profundo del acuífero para irrigar sembradíos de alfalfa los mata en la actualidad”.

La universitaria explicó que Cuatro Ciénegas es una “máquina del tiempo” extraordinaria, y probablemente el lugar más diverso de la Tierra. Es el único “donde las criaturas que transformaron a este planeta se quedaron para siempre, y debe ser conservado”.

Sin embargo, es un sitio con extrema pobreza, en la mitad de la “nada”, en el desierto, con 10 mil personas que necesitan sobrevivir, y donde se entró en el falso paradigma de la conservación contra el desarrollo. Y es falso, aclaró, porque sólo a través de la preservación del ambiente puede haber un verdadero crecimiento.

Para que así sea, acotó, se requiere transformar la economía del sitio y la manera en que la población, y sobre todo los niños, aprecian el agua. Para ello, desde 2007, y con el apoyo de la Fundación Lala, se trabaja con los pequeños de jardín de niños y hasta sexto de primaria, en talleres de educación ambiental a través del arte.

Aún antes, desde 2004, la universitaria labora con los chicos de bachillerato, en pequeños experimentos. Incluso, destinó el monto del Premio Volkswagen “Por amor al planeta”, que obtuvo hace dos años, al otorgamiento de becas. Con ello, los beneficiarios ya han ingresado a la universidad.

Pero “necesitamos ir más allá”, dijo Souza. Por eso, en 2012 se conjuntaron los apoyos de la UNAM, las fundaciones Lala y Carlos Slim, y el interés de la Dirección General de Bachilleratos Técnicos (de la SEP) y el CBTA No.22, para la creación del laboratorio.

Esa dirección autorizó y costeó la remodelación de un aula abandonada para albergar ese espacio; la Fundación Lala donó un vehículo (para trasladar a los estudiantes al sitio de pozas) y equipo, y la Carlos Slim más instrumentos y 50 becas para los alumnos. Así, hace unas cuantas semanas el nuevo espacio abrió sus puertas.

Ahí, los jóvenes bachilleres van a hacer biología molecular “porque necesitamos que tengan el sentido de descubrimiento, de posesión del sitio, para que al apropiárselo lo protejan”.

A la fecha, 10 profesores del plantel ya recibieron capacitación en el Laboratorio Nacional de Genómica y Biodiversidad del Cinvestav Irapuato, donde aprendieron a aislar ADN e interpretar lo que “dice” una vez que se secuencia. En el próximo ciclo escolar, los alumnos se instruirán en lo mismo.

“Queremos que salgan al campo, que se pregunten cómo se llama el organismo que encuentren, que obtengan el ADN, lo secuencien, lo comparen con una base de datos que contiene 10 millones de secuencias de “bichos” de Cuarto Ciénegas, y que, en caso de tratarse del descubrimiento de una nueva especie, le pongan su nombre”.

Hemos descubierto, dijo Souza Saldívar, que en ese lugar existe la diversidad más grande conocida. No se sabe cuántas especies hay, pero en cada lugar que se explora con cuidado aparecen millones. Es muy probable que los jóvenes encuentren muchas nuevas; todo el ADN que ellos amplifiquen y limpien será secuenciado y agregado a la base de datos.

No sólo eso. El siguiente paso es que los bioprocesos que realizan las bacterias, que todo ese metabolismo ancestral que transformó al planeta para siempre, se ponga a “trabajar” en favor de la gente del lugar. Para ello, ya hay biotecnólogos en busca de bioprocesos patentables.

Por ejemplo, expertos trabajan en la búsqueda de una bacteria que se “coma” a otra, que a su vez se “come” los ductos de petróleo. También se encuentran antibióticos nuevos y sustancias que limpian el ambiente y que degradan lo que sea, refirió.

En un futuro, los jóvenes encontrarán moléculas nuevas con alguna utilidad y las van a patentar. “Queremos que Cuatro Ciénegas sea el centro de desarrollo de biotecnología de México, responsable, al servicio de la sociedad, donde no exista la avaricia de las grandes compañías. Aquí sería hecha por la gente y para la gente”.

La meta a corto plazo es que los ejidatarios cambien sus hectáreas de cultivo de alfalfa por invernaderos, y producir las mejores hortalizas y frutas de la región, orgánicas, en hidroponía y, sobre todo, conservar al máximo el recurso más importante del planeta: el agua.

El Laboratorio, donde podrán laborar de forma simultánea 14 alumnos y dos profesores, cuenta con dos mesas de trabajo, clima, instalaciones eléctricas, de gas y agua. Es un espacio sencillo, pero suficiente y competente.

Contará con todo lo necesario para cultivar bacterias, aislar, limpiar y amplificar material genético, por lo tanto, tendrá centrífugas, refrigeradores, congeladores a menos 20 grados centígrados, tanques de nitrógeno líquido, máquinas de amplificación de ADN llamadas PCR, computadoras, cámaras y microscopios.

Las becas serán otorgadas a jóvenes de escasos recursos, en su mayoría hijos de campesinos, quienes después se convertirán en educadores de los habitantes más pequeños de su comunidad. “Los chicos están encantados, trabajan muy duro, y sienten como propio el sitio”.

En octubre del 2013, durante el Congreso de Bioquímica y Biología Molecular de Bacterias a efectuarse en ese municipio, y donde se reunirán los mejores científicos del país en el área, los becarios presentarán sus primeros resultados en un simposio especial. Algunos también han publicado en revistas especializadas, al ser parte del equipo de científicos como Souza. Por todo ello, el proyecto es único en México y el mundo.

Cuatro Ciénegas no es sólo una ventana al pasado, sino al futuro. La ciencia ha logrado una gran transformación en ese lugar y le ha dado un valor agregado al desierto que la gente no sabía que tenía. “Los jóvenes tienen la fortuna no sólo de haber crecido en el lugar más extraordinario del planeta, sino de tener a un equipo científico maravilloso que trabaja para ellos”, finalizó Valeria Souza.

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