Aunque los estonios se consideran un pueblo conectado a Internet, las estadísticas demuestran que sólo un tercio de la población posee una cuenta en la famosa red social. El resto piensa que la vida privada debe seguir siéndolo.
Priit Pullerits
Hace un tiempo, Alar Sikk, el alpinista estonio famoso por haber conquistado el Everest, discutía con su amigo Vahur Kersna, un personaje de la televisión estonia, sobre su expedición al monte Kazbek [en Georgia]. Sikk reveló que un buen número de participantes en la expedición habían abandonado su proyecto al saber que el viaje duraría nueve días. La idea de pasar tanto tiempo sin Facebook les parecía insoportable.
Sin duda, los seguidores de esta red social estarán encantados de leer estas líneas. Eso querría decir que el mundo les pertenece, que el furor que ha causado la salida a bolsa de la empresa está justificado y que la vida es imposible sin Facebook.
Revuelo mediático
El escritor estonio, Andrus Kivirähk, hasta ahora no ha sentido la necesidad de crear una cuenta en Facebook, y poco le importa que la mayoría de sus amigos, por no hablar de sus hijos, ya lo hayan hecho. “No tengo el impulso de comunicarme tanto por Internet”, reconoce Kivirähk.
“Ya me encuentro lo bastante accesible, porque todo el mundo tiene mi número de móvil y tengo varias cuentas de correo electrónico”. Además, comenta Kivirähk, no le interesa saber qué es lo que ha comido una persona en un momento determinado.
Tampoco le apetece que Facebook recuerde la fecha de su cumpleaños a sus amigos: “Me gustaría que un amigo me llamara directamente o me enviara un mensaje en esa ocasión, es mucho más íntimo y cercano”, añade Kivirähk.
A pesar del revuelo mediático que se ha generado alrededor de Facebook, las personas que no tienen cuenta en esta red no tienen motivos para sentirse excluidos o parte de una minoría. Todo lo contrario: son mayoría.
La página de estadísticas de Facebook indica que Estonia cuenta con 460.000 usuarios [de los 1,3 millones de habitantes], lo que equivale únicamente a un tercio de todos los habitantes. Tampoco se descarta que esta cifra sea exagerada, ya que en muchos casos una misma persona posee varias cuentas.
Conservadurismo testarudo
El presentador de televisión, Vahur Kersna, jamás ha pensado trasladar sus pensamientos y su nombre a Facebook.
“No quiero estar disponible en todo momento”, explica. “Si quiero comunicarme con alguien, lo hago por teléfono o físicamente”.
Reconoce que en este rechazo hay una parte de conservadurismo testarudo.
A decir verdad, Kersna, que es un cincuentón, estadísticamente no se consideraría un usuario activo.
Más de dos tercios de las personas que tienen una cuenta de Facebook en Estonia son menores de 34 años.
Kivirähk reconoce incluso que “a mis hijos les resulta extraño que los adultos tengan una cuenta en Facebook. Les resulta un tanto raro.”
“Siempre me sorprende la cantidad de tiempo que la gente dedica a esta red”, comenta Reet Hääl, directora general de la Unión de Asociaciones de Accionistas estonios.
“Y me pregunto por qué quieren compartir su vida con todo el mundo”.
Hääl no quiere que todo el mundo conozca su vida y no ve el interés de participar en debates sobre cuestiones sobre las que la mayoría de las veces no merece la pena discutir.
No necesita “gustar” a mil millones de amigos: “No soy un billete de cien dólares que guste a todo el mundo”.
Una red limitada y poco segura
Según las estadísticas de Facebook, en los últimos tres meses, la progresión de la red ha disminuido en Estonia.
También hay personas que han cerrado su cuenta.
Toomas Pindis, un alto funcionario del servicio policial y de la guardia fronteriza, dejó Facebook, porque le resultaba demasiado limitado y poco seguro.
Todas las invitaciones, las publicidades, la obligación de conectarse a todas horas, los virus, los spam, le llevaron a tomar la decisión de dejarlo todo.
“No tengo tiempo de escribir y además no tengo permiso para hacerlo en mi lugar de trabajo. Mi empleo me exige ser correcto, por lo que es mejor no tener nada que ver con Facebook”, añade.
Aunque Estonia se presenta como un “e-Gobierno”, un buen número de ministros, como el primer ministro, Andrus Ansip, el ministro de Finanzas, Jürgen Ligi o el ministro de Defensa, Urmas Reinsalu, no tienen cuenta en Facebook.
Ya se debatió la idea de crear una página para el primer ministro, pero según la consejera de comunicación del Gobierno, éste consideró que cuenta con medios suficientes para comunicarse con sus ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario