• Genética y hábitos juegan un papel importante, indicó Jaime Larruz, de la FES Iztacala
La maloclusión refiere al acomodo de los dientes y el inadecuado alineamiento de las piezas dentro de los maxilares.
Una gran mayoría de personas la padecen, y a nivel mundial afecta aproximadamente al 70 por ciento de la población.
En México no hay estudios serios al respecto, comentó Jaime Larruz, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.
En casos severos se requiere tratamiento, pues corregirlos reduce el riesgo de perder piezas. “todos son tratables en etapas tempranas”, aseguró el cirujano dentista.
Con los años de práctica, “he visto que al final del camino los alumnos recién egresados poco han comprendido en relación a estos campos, entre otras cosas porque la materia de ortodoncia y oclusión sólo se da en un semestre y es poco el tiempo”.
Por lo anterior, sugirió realizar “seminarios para identificar estos elementos, que sirvan como horas crédito, servicio social o seminario previo a la titulación, sin afán de lucro, pues lo importante es dar a conocer la idea”.
La clasificación de este padecimiento tiene más de un siglo, con base en la evolución del ser humano y otros elementos. Intervienen dos factores principalmente: “el componente genético y los hábitos de los pacientes, de ahí se deriva el mayor porcentaje del problema”. Ahora, el universitario hace una nueva propuesta, en la que considera apartados diferentes con base en las condiciones de cada paciente.
Propuesta
La clasificación de Edward H. Angle, considerado el padre de la ortodoncia, data de 1900, y contempla tres clases, aunque a través de los años se han hecho modificaciones.
En la nueva propuesta, la clase I tiene varias divisiones, acordes al problema presente en boca. A la clase II se agregan varias de las ya existentes, no sólo enfocadas a una o dos posiciones del hueso, sino incluso los diferentes somatotipos faciales, es decir, formas de la cara.
En la clase III, originalmente reservada sólo al prognatismo, agregó siete u ocho elementos variables para conformar la nueva clasificación. Usualmente los pacientes estaban destinados a cirugía por su condición de prognata, aunque más de una vez el problema radica en el maxilar.
Larruz Quintanilla es egresado de la FES Iztacala, y lleva tres lustros de colaborar en las clínicas periféricas de Acatlán, en Naucalpan, y Almaraz, en Cuautitlán de Romero Rubio.
“Propongo la clasificación con base en datos más específicos y concretos. Si son solamente dos o tres piezas dañadas, no agruparlas en un solo bloque, pero dar una definición más completa. Incluso para el tratamiento, no se maneja como se acostumbraba años atrás, ahora hay muchas modificaciones”, refirió.
Técnicas de ortodoncia como la de arco recto es la más actual y usada en el mundo, normalmente integra todos los dientes, pero quizá sólo sea una sección la que esté alterada, abundó.
Muchas ocasiones, por relacionar las demás piezas dentales, se pueden provocar problemas que no estaban contemplados; esto no es más que la consecuencia de una mala definición de maloclusión y, por ende, un mal diagnóstico, explicó.
En su propuesta incluye diferenciar, entre otros aspectos, el apiñamiento anterior-inferior y/o superior, espacios abiertos o distemas, mordida abierta y/o mordida profunda anterior.
Además, mordida cruzada anterior, sobre mordida anterior, mordida cruzada posterior, telescópica, biprotrusión, birretrusión, mesialización de segmentos posteriores, distalización de segmentos posteriores y otros más.
“Con base a la evolución del hombre, mezcla de razas y otros fenómenos, creo que no sólo se deben contemplar los huesos como el fundamento, sino las posiciones dentarias, los graves apiñamientos, las mordidas cruzadas y otros detalles”, consideró. Atención a pacientes
Los pacientes requieren tratamientos en los que participan diversas áreas multidisciplinarias como odontopediatría, ortodoncia, ortopedia, parodoncia (tratamiento de encías, huesos y tejidos adyacentes al diente) y prótesis.
De acuerdo a los grados y con apoyo en una estadística de la campana de Gaos, se maneja un promedio de 60 a 70 por ciento de la maloclusión clase I, y el promedio restante repartido entre maloclusiones clase II y clase III; entre más complejo sea el problema, se requiere un tratamiento especializado. “La UNAM brinda estos servicios en las diferentes facultades, en ellas se dan todas las áreas señaladas”, subrayó.
Los diferentes grados de maloclusiones, encomió, “son manejables. Uno de los grandes errores es el diagnóstico, pues al no tener una definición clara, si el problema no se ubica, el tratamiento puede ser equivocado”.
Un problema recurrente en varios estados de la República, es que en muchos de los pacientes sometidos a tratamientos se tienen que repetir las valoraciones. La consecuencia es la destrucción de tejido; esto significa ampliar el tiempo del tratamiento, que genera altos costos, que en muchas ocasiones las personas no pueden cubrir, concluyó.
Jaime Larruz es asesor especializado en áreas de oclusión, ortodoncia y odontopediatría. Si requiere conocer más de esta propuesta, comunicarse al correo electrónico www.caro_9612@life.com.mx
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