Beppe Giacobbe
Los ciudadanos europeos tienen opiniones sobre asuntos tan divergentes como la reglamentación financiera o la de las frutas y las legumbres, o sobre cómo será la UE en 2020. Pueden exponerlas en un sitio que ha abierto la Comisión Europea. Pero no siempre son muy esclarecedoras, como explica un periodista rumano.
Gabriel Giurgiu
Cuando ando corto de asuntos europeos, me poso en una rama de ese árbol frondoso que es el portal de la Unión Europea hasta que encuentro allí una ramita que me resulte acogedora y donde puedo recoger rápidamente temas para un reportaje: la sección "Tu voz en Europa".
En este momento, por ejemplo, hay allí 36 temas que esperan nuestras opiniones, las de cualquiera de los 500 millones de ciudadanos de la Unión Europea. Encontramos ahí de todo para todos, desde el régimen de las frutas y las legumbres de origen comunitario, pasando por el dilema de saber si los ciudadanos de la UE deberían o no comer animales clonados, hasta el futuro de las relaciones económicas con Estados Unidos; o bien cuestiones de interés más amplio, como el uso, pagando o no, de las autopistas.
Ciudadano europeo
Esta rama del sitio es más bien tierna; brotó hace unos años tras el follón por las críticas al déficit democrático y la falta de consultas públicas y de participación directa de los ciudadanos en el alambicado proceso de toma de decisiones de Bruselas.
Pero la iniciativa no hay que tomársela a broma. Numerosas proposiciones entre las colocadas allí tienen consecuencias económicas directas en ciertas industrias o sectores económicos. Es razonable suponer que los compatriotas [rumanos] interesados en la propuesta de una reglamentación de los fondos especulativos serán menos numerosos que los que tienen (o deberían tener) una opinión sobre los cambios de las políticas comunitarias relativas a la producción de frutas y legumbres. Recomiendo, pues, una lectura, aunque sea en diagonal. Encontrarán, estoy seguro, al menos un tema que les impulse a dejar un comentario.
Uno de los temas que me han dejado asombrado es el del futuro de la ciudadanía europea. Concienzudo, me balanceo de enlace en enlace hasta la rama correspondiente a ese asunto. Leo una breve descripción, luego marco sobre un pequeño vídeo de Youtube en el vértice. Una señora habla. No sé quien es, no lo pone en ningún sitio. Caigo en la cuenta de que la señora debe de ser Viviane Reding, la Comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, pues la ciudadanía europea depende de su departamento. Lo compruebo. Rubia, con gafas. Es ella, no hay duda. Me dice que hace 20 años, en Maastricht, se introdujo en el circuito político global la noción de "ciudadano europeo".
Este individuo (el ciudadano europeo, es decir) tienen ciertos derechos. No una montaña de ellos. Tiene derecho a establecerse en no importa qué otro Estados miembro, de recurrir a cualquiera de los 27 servicios consulares cuando se encuentra en un país de fuera de la UE, de elegir o de ser elegido al Parlamento Europeo y de elevar peticiones a este mismo organismo. Y eso es más o menos todo.
Pequeños problemas, grandes políticas
¿Cómo presenta la Comisión el asunto sobre el cual pide que nos expresemos, a saber, el porvenir de la Unión? Simplemente, a fin de que sea accesible a todos, y con ejemplos sacados de la vida diaria: compras por ordenador, cambiar de domicilio de un país a otro y matricular su vehículo en otro Estado miembro. Hasta aquí, no se sale de esa forma de ver que se atiene a "los pequeños problemas que llevan a grandes políticas". Luego llega la Cuestión Final, la Clave de la Consulta, el núcleo del Asunto: "¿En qué Unión le gustaría vivir en 2020?".
Hoy, en 2012, los ciudadanos europeos, alemanes y daneses no quieren ayudar (más) al ciudadano europeo griego. ¿Querrán ayudar al italiano? Puede. El ciudadano europeo francés querría que existiesen eurobonos que ayudaran, llegado el caso, al ciudadano europeo español. Solo que ahí viene el ciudadano europeo británico (perdonen que asocie esas palabras) que pone el grito en el cielo: ¡de eso nada! El ciudadano europeo holandés vendería encantado flores, bulbos y útiles de jardinería en un mercado lo más libre posible, pero no tiene la menor intención de dejar que los ciudadanos búlgaros y rumanos campen a sus anchas por el espacio Schengen. Desde hace unos años, desde que empezó la crisis, no hay reunión de los 27 ciudadanos europeos jefes de Estado y de Gobierno, el llamado Consejo, que haga algo, que concrete alguna decisión importante; solo prometen abordar las promesas más adelante.
Por consiguiente, mi única respuesta a la pregunta-promesa de la señora Reding sería del estilo de esta: "¿2020? Sobre todo, salud para todos... Cuando hay salud, todo va bien".
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