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martes, 17 de abril de 2012

Mujeres en el campo centroamericano

Las mujeres pueden ser más productivas que los hombres en el campo centroamericano

Las mujeres rurales pueden ser más productivas que los hombres en México y Centroamérica, pero para lograr esto requieren de las herramientas apropiadas, como insumos productivos, microcréditos, asistencia técnica y capacitación, según un nuevo estudio de la CEPAL titulado Productividad agrícola de la mujer rural en Centroamérica y México.

El trabajo, preparado por Diana Ramírez de la Unidad Agrícola de la Sede Subregional de la CEPAL en México, revisa la literatura existente sobre la productividad femenina en el mundo rural, presenta un diagnóstico laboral de este sector de la población y analiza las diferencias en productividad en hombres y mujeres en Guatemala y El Salvador.

El documento se da conocer en coincidencia con la celebración por parte de las Naciones Unidas del Día Internacional de la Mujer 2012, cuyo tema central será: Empoderar a la mujer rural – Erradicar el hambre y la pobreza.

La publicación señala que la participación de las mujeres en la producción agropecuaria se ha incrementado en los últimos años.

De ellas depende la seguridad alimentaria de numerosos hogares rurales en Centroamérica y México, pero la realidad es que “tienen poco acceso a recursos productivos y créditos, requieren de asistencia técnica y capacitación, muy pocas poseen tierras y las que las poseen tienen una reducida extensión y de baja calidad”.

“Su bajo desarrollo productivo actúa en detrimento de sus comunidades y de los países”, plantea el estudio.

En 2010 las mujeres constituyeron aproximadamente 28% de la población económicamente activa (PEA) rural tanto en Centroamérica como en México. La mayoría de ellas trabajan tiempo parcial en actividades de baja productividad como el cuidado de ganado, la recolección de agua o el procesamiento de productos agrícolas. Aunque las mujeres tienen un ingreso menor, cuando se consideran las horas trabajadas, se observa que son tan productivas como los hombres y en algunos casos, como Costa Rica, El Salvador y Honduras, su productividad es mayor.

Incrementar el ingreso de estas mujeres, dice el estudio, significa elevar los recursos de más de 40% de los hogares rurales pobres centroamericanos donde ellas ostentan la jefatura. Esto se traduciría en mejoras en educación y nutrición de los niños y niñas, y en mayor crecimiento económico de los países.

Uno de los principales obstáculos para incrementar el ingreso de las mujeres es su poco tiempo disponible. Las estadísticas indican que las mujeres rurales en México y la región centroamericana trabajan dos veces más horas que los hombres y gastan energía en el trabajo doméstico.

Las múltiples actividades que ellas realizan, como recolección de leña, acarreo de agua, traslado a centros de salud y cuidado de hijos, limitan el tiempo que podrían dedicar a actividades productivas.

“En las agendas nacionales todo lo relacionado con lo rural cada vez cobra menos importancia, no obstante, debido a la inseguridad alimentaria en la región se requiere una estrategia que incentive a las mujeres a convertirse en productoras de alimentos y generadoras de ingresos en los hogares”, señala el documento.

“La formulación de políticas públicas que promuevan igualdad y desarrollo equitativo requiere integrar la perspectiva de género y considerar el potencial productivo que representan las mujeres. El reconocimiento de la igualdad en la distribución de responsabilidades, oportunidades y derechos es una condición necesaria para promover sociedades justas e incluyentes”, agrega.

El estudio propone mejorar los servicios públicos y el acceso a las comunidades, aplicar políticas que incentiven el intercambio de información entre las mujeres y fomentar su participación en cooperativas para tener mayor acceso a tierra, microcréditos y tecnología, entre otras medidas.

Aumentar la productividad de las mujeres rurales es esencial para reducir la pobreza en México y la región centroamericana. Con los incentivos apropiados, las mujeres rurales pueden llegar a convertirse en un motor de desarrollo en la región, resume el estudio.

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