"Malditos sean quienes todavía abogan por (la adhesión de Belgrado a) la UE". Simpatizantes del movimiento nacionalista Dveri ondean banderas serbias frente a la delegación de la UE en Belgrado el 17 de noviembre de 2012.
La absolución de dos generales croatas y un exprimer ministro kosovar ha vuelto a encender la mecha en la disputa sobre un polémico asunto en la antigua Yugoslavia: ¿quién fue la víctima y quién el agresor en la guerra de hace casi 20 años?
Aleksandra Cholewa
Aunque ya hace más de dos semanas de la absolución de los generales croatas Ante Gotovina y Mladen Markac, acusados de cometer crímenes de guerra durante la guerra serbo-croata de los años noventa, los sentimientos en la región han seguido encendiéndose. Cada parte explica su liberación de un modo distinto: en opinión de los serbios, es un escándalo y una prueba más de la inclinación anti-serbia y la parcialidad del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia o TPIY (ICTY por sus siglas en inglés). Para los croatas, la resolución constituye la confirmación de la legitimidad de la Operación Tormenta en verano de 1995, cuando las fuerzas croatas reconquistaron gran parte del territorio del que se habían apoderado los serbios y una victoria triunfal en la continua disputa en los Balcanes: quién era la víctima en la guerra y quién el agresor.
En su veredicto inicial en abril de 2011, el Tribunal de La Haya declaró a Gotovina y Markac, generales del ejército croata durante el conflicto en los Balcanes, culpables de crímenes de guerra, entre los que se incluían saqueos, tratamiento inhumano, asesinato, destrucción indiscriminada y actos de pillaje. Sin embargo, con una mayoría de tres votos a dos, el TPIY ahora ha invalidado esa decisión y ha absuelto totalmente a ambos generales de todos los cargos, excepto de uno: que tenían conocimiento de los crímenes cometidos por sus subordinados y deberían haberlos investigado.
La absolución y la posterior liberación de Gotovina, que es un héroe en su país, y de Markac, se recibió con un entusiasmo extraordinario en Croacia. En la mayoría de las ciudades, se retransmitió la lectura del veredicto de La Haya en grandes pantallas en lugares públicos. Muchos telespectadores rezaban en silencio antes de conocer el veredicto. Tras la absolución, comenzó la locura. Los veteranos lloraban y también las mujeres y los heridos de guerra.
La diáspora lo celebra
Se desató una histeria nacional, no sólo en Croacia, sino en todo el mundo, ya que la diáspora croata también expresó su alegría por el veredicto. Mario Mandzukic, jugador del Bayern de Múnich, corrió a un lado del campo e hizo un saludo militar tras marcar un gol, en un gesto interpretado por la mayoría de los croatas como de apoyo a la absolución de los generales.
Los serbios reaccionaron rápidamente a la absolución y a la posterior euforia croata. En Belgrado se canceló una conferencia sobre el legado del Tribunal de La Haya. El TPIY había “perdido totalmente su credibilidad”, en opinión del ministro serbio de Exteriores, Rasim Ljacic, mientras que Suzana Grubjesic, vicepresidenta y responsable de la integración europea, canceló una visita planificada a Zagreb, donde iba a ampliar un protocolo de cooperación serbo-croata para la integración en la UE. Unos días más tarde, los fiscales serbios iniciaron seis nuevas investigaciones sobre crímenes de guerra croatas presuntamente cometidos durante la Operación Tormenta. “De este modo, intentamos equilibrar esta injusticia atroz”, explicaba Vladimir Vukcevic, fiscal para los crímenes de guerra de Serbia, con lo que dejaba claro las intenciones de su Gobierno. Los fiscales serbios ya estaban realizando una serie de investigaciones sobre crímenes cometidos presuntamente durante el conflicto en las demás repúblicas yugoslavas. Esto ha generado a menudo amargas polémicas, sobre todo con el Gobierno de Bosnia-Herzegovina.
El objetivo de la Operación Tormenta, iniciada en agosto de 1995 por el general Gotovina, era expulsar a las fuerzas serbias de Krajina, una región que anteriormente perteneció a Croacia. La mayoría de los croatas consideran la campaña como el choque decisivo en una guerra que era exclusivamente defensiva. Tras una serie de derrotas, con la Operación Tormenta finalmente concluyó el conflicto, a favor de los croatas. Por supuesto, se produjeron víctimas civiles, pero rara vez se mencionan en Croacia porque no concuerda con la historia de la “guerra defensiva”. Hubo más de 600 víctimas serbias en la Operación Tormenta, sobre todo personas enfermas o de edad avanzada que no pudieron o no quisieron huir de Krajina. Un total de 600 muertos y 200.000 personas obligadas a huir: estas son las cifras que nadie olvida en Serbia. Las familias de las víctimas, la mayoría de las cuales se encuentran actualmente en Serbia, estaban indignadas por la sentencia de La Haya. Los pocos serbios que viven en Krajina han preferido no pronunciarse al respecto y han guardado silencio.
En busca de justicia
Los miembros de las organizaciones no gubernamentales croatas, lideradas por los activistas Vesna Terselic y Zoran Pusic, insisten en que Croacia no debe olvidar los crímenes cometidos por sus propias tropas, la cara oculta del conflicto. Pero las personas como ellos son una minoría.
En Croacia, no se ha sentenciado a ningún oficial del ejército por crímenes cometidos durante la Operación Tormenta. Si bien una serie de soldados croatas se han enfrentado a juicios por muertes en la batalla, todos han sido absueltos. Entre los crímenes que siguen impunes, se encuentran los cometidos en las poblaciones de Mokro Polje y Golubic el 6 de agosto de 1995; los ataques a los refugiados los días 7 y 8 de agosto de ese mismo año; así como los crímenes en las poblaciones de Komic y Grubori el 25 de agosto, también de 1995, donde los soldados croatas asesinaron a Milos Grubor, de 80 años, a Jovo Grubar, de 65 años, a Marie Grubor, de 90 años, a Duro Karanovic, de 41 años y a Milica Grubor, de 51 años.
El primer ministro croata, Zoran Milanovic, y el presidente, Ivo Josipovic, se negaron a sucumbir a la euforia nacional y destacaron que Croacia llevará a los responsables de crímenes de guerra ante la justicia lo antes posible, aunque, 17 años después del final de la guerra, la promesa sonaba un tanto hueca.
Sin embargo, a todo el mundo le sorprendió el comentario de Ante Gotovina, cuando el diario de Belgrado Kurir le preguntó si él mismo haría un llamamiento a los serbios para que volvieran a Krajina: “¿Cómo voy a hacer un llamamiento para que vuelvan a su propio hogar? ¡Es su hogar! Los serbios son ciudadanos de Croacia. Están con nosotros. Estamos juntos. Debemos seguir adelante. El futuro nos pertenece. El pasado es pasado”.
Aunque han transcurrido casi dos décadas desde la guerra y a pesar de todo el trabajo realizado por el Tribunal de La Haya, cada uno de los países exyugoslavos tiene su propia visión de la guerra. Al igual que en Serbia nadie habla sobre las víctimas de los crímenes serbios en Vukovar o Sarajevo, en Croacia sólo un puñado de “traidores” menciona los crímenes cometidos contra los serbios. Y no es algo que suceda únicamente en estos dos países. Se ha podido observar una política similar de negación en las relaciones entre Serbia y Kosovo, entre Serbia y Bosnia-Herzegovina y recientemente incluso entre Bosnia-Herzegovina y Montenegro.
Los Gobiernos de Belgrado, Zagreb, Sarajevo, Pristina, Podgorica y Skopje han acabado acostumbrándose a los altibajos en las relaciones diplomáticas. Lanzan acusaciones fácilmente, se ofenden y provocan a las masas. El tipo de valentía que demostraron hace poco un grupo de veteranos serbios, que fueron a Srebrenica, dejaron flores en el Memorial del Genocidio y se reunieron con las familias de los bosnios enterrados allí, aún es poco habitual entre los políticos de la región.
En la web
Página web de Tygodnik Powszechny pl
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia en
Visto desde Belgrado
Un tribunal contra los serbios
El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) absolvió al primer ministro kosovar Ramush Haradinaj el pasado 29 de noviembre y los serbios percibieron esa decisión como un insulto adicional. El antiguo cabecilla militar de la guerra y exprimer ministro de la antigua provincia serbia quedó exonerado de las acusaciones de crímenes de guerra cometidos entre 1998 y 1999. "Ese tribunal se creó para juzgar al pueblo serbio", reaccionó el presidente serbio, el nacionalista Tomislav Nikolic. Una opinión que comparten los círculo proeuropeos del país.
"Es un insulto para la memoria de las víctimas serbias", así lo califica el diario Blic, que critica esta serie de absoluciones que ha "hecho enfurecido a todos los serbios que creyeron en los valores de la democracia occidental, que han luchado contra la guerra y la violencia, contra Milosevic y su política. El TPIY mostró cuál era su verdadera naturaleza cuando debía poner fin a su misión: este tribunal no se constituyó para impartir justicia".
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